libertades , sociedad , Youtubers Domingo, 26 abril 2020

El humorista que desenmascara la doble moral y las contradicciones de una sociedad hipócrita

Paul Alonso

Periodista, escritor y profesor universitario. Es autor del libro “Satiric TV in the Americas: Critical Metatainment as Negotiated Dissent” (Oxford University Press, 2018). Ha publicado en prestigiosas revistas académicas y medios internacionales, pero también ha sido el conductor de GCU, un programa satírico en Utero.pe. Todavía le quedan algunos amigos.

Título original: Guille Aquino: el humor argentino del caos y la confusión

Es uno de los humoristas porteños más talentosos de la escena actual. Sus videos acumulan millones de visitas en Internet. Critica las contradicciones y absurdos de una generación ideológicamente confundida. Es la comedia amarga y anárquica que sale del macrismo y que se extiende hasta la actual pandemia. Hablamos con Guille Aquino en Buenos Aires, en diciembre de 2019, cuando todavía nos íbamos de bares.

En un bar de la avenida Corrientes en Villa Crespo, Guille Aquino está sentado en un pequeña mesa exterior bajo la tarde soleada de Buenos Aires. Ha pedido una cerveza de litro y fuma un cigarrillo. Viste una camisa gris de manga corta sobre un polo blanco roído de los Velvet Underground y pantalones negros.

Su aspecto—el particular corte de pelo con los lados rapados y el cabello desordenado en la parte superior, la barba rala de trasnoche y los ojos sensibles de alguien que disfruta la birra diurna escondidos bajos los lentes oscuros—lo asemejan a la estética del músico de rock.

Pero dicen que el rock ha muerto y Guille Aquino no es músico. Es humorista. Para muchos, el humor hoy es el nuevo rock.

Imagen: Guille Aquino

Imagen: Guille Aquino

Unas chicas del bar lo reconocen y le piden tomarse una foto con ellas. Otra gente lo saluda con la admiración que generan los raros. Aún no se acostumbra a la fama local. A sus 36 años, el humorista argentino se ha hecho conocido por sus videos virales de El Sketch (un serie que publica en Internet, mientras se emite simultáneamente en un canal de televisión).

Aunque tiene años de experiencia en la pantalla chica (guionista de la productora PPT y creador del personaje Paco Cambiasso en el programa Duro de Domar) y el teatro (más de diez obras escritas, actuadas y dirigidas por él, además de su exitoso show “Antisocial”), El Sketch es definitivamente su propuesta satírica más completa y que, si bien es muy argentina, puede aplicarse fácilmente a otras realidades latinoamericanas.

“Hay algo ahí en el mundo urbano de gente mala de clase media ideológicamente confusa, que funciona en varios lados”, dice.

En sus videos cortos (de alrededor de 5 minutos), Aquino desenmascara la doble moral y contradicciones de una sociedad hipócrita y nos provoca constante reflexión sobre nuestras propias creencias.

En el video Homofobia Positiva, por ejemplo, actualiza críticamente los prejuicios contra la comunidad LGTB disfrazados de tolerancia.

En Novia Nazi y Novia Anti-drogas muestra la disimulada miseria moral de una chica inesperadamente fascista.

En Planeta Tierra, retrata las contradicciones de los supuestos defensores del planeta, mientras apunta desesperadamente nuestra responsabilidad e impotencia ante la inminente catástrofe climática.

Y en Amigo Cura cumple con la tradicional labor del humor de apuntar contra la Iglesia, pero a través de un cura canchero y corruptamente empresarial que encuentra a Dios debido a su pasado de adicción a las drogas.

Y así, en sus más de cien videos publicados en los últimos tres años en YouTube, hace un recorrido por todos los temas y perspectivas sobre las que nos hemos cuestionado en las últimas décadas.

Según el humorista, esta batalla ideológica dentro de nosotros mismos se muestra claramente en la compulsión de emitir opiniones en redes sociales.

Todos somos víctimas de la libertad actual de opinar en múltiples plataformas”, dice. “Como si el mundo necesitara saber lo que pensamos. Y cada uno es como su propia división de marketing. No puedo solo opinar, tengo que causar un impacto, tengo que ser polémico, extremista, ir al hueso, irónico. Me parece que hay chiste en eso”.

Pero también le parece que esta compulsión por opinar nos lleva inevitablemente a contradicciones.

“Son tan solemnes las opiniones y las posturas que el accionar de un ser humano jamás puede estar a la altura de lo que cree. Todos queremos un mundo mejor, pero en el camino quedás siempre corto de recursos, hipócrita. No estás a la altura de tus pensamientos, que por lo general son muy contradictorios, ya seas facho o progre”.

Rock, género y humor

Guille Aquino no sólo tiene aspecto de rocker, sino también la actitud y una deuda con el rock nacional argentino que ha marcado su identidad. Le rinde tributo en sus videos con momentos musicales de Charly García, Babasónicos o Calamaro, mientras que al mismo tiempo se puede burlar de sus asociaciones culturales.

Esta compleja relación del humor argentino con el rock ya había quedado clara con “Peter Capusotto y sus videos”, un programa que satirizaba a los artistas y tendencias populares de la música nacional.

“Le pusieron una gran inteligencia”, dice Aquino. “Fue como decir en 2002: ‘che, ¿y si hacemos puros chistes de lo pelotudos que son los del rock?’, que era como el último bastión intocable de la contracultura. Convertir eso en el objeto de la burla fue muy preciso y sorpresivo. Y quedó para siempre. Creo que el rock estaba condenado a morir y ese fue el principio de la muerte. En los últimos años la cantidad de denuncias que salieron de músicos de bandas grosas o indies por violación, abusos y por ser gente muy mierda terminó de matarlo. Al menos como lo entendemos: cuatro hombres tocando la guitarra, que se comen minitas, hacen unos temas cancheros y son medio drogadictos y faloperos. Creo que eso murió”.

Sin embargo, Aquino no esquiva su deuda con una tradición que también lo define.

“Es muy difícil desarraigarse de algo que uno quiso tanto”, dice. “En mi caso, es una especie de burla, y de un abrazo también. Me parece que está bien tratar así todos los temas. No tenés que opinar una sola cosa. Algo puede ser fundacional, que marcó mi identidad y me forjó, pero también me puedo burlar de eso, de lo que soy. Además siendo hombre, cisgénero, blanco, tenés permitido el sentido de humor sobre vos mismo. Porque podés”.

Prejuicios y corrección política

Un hombre de alrededor de 50 años, acompañado de su hijo adolescente, pasa junto a nosotros en el bar. “Adiós, muchachos”, nos dice. Y dirigiéndose a Guille: “Cuidá a la nena”, agrega con risa cómplice, refiriéndose a la actriz que sale con él en varios de los Sketch. “¡Qué buena está la mina!”, saliva. Guille le dice que sí, claro, es preciosa. Cuando el hombre desaparece, voltea con gesto de vergüenza ajena: “Si uno se sienta a condenar todas las boludeces que escucha… A este señor no voy a verlo nunca más, no lo voy a cambiar. Pero al menos tiene al hijo de quince años al costado que piensa: ‘qué pelotudo es mi viejo’.”

De manera similar, el humor de Aquino marca esa brecha generacional entre lo que produce risa. La tradicional comedia latinoamericana—basada en la picaresca y la burla de grupos marginales—siempre le pareció vieja:

“Y más allá de lo ideológico, era humor hecho de una manera muy vaga. Si por lo menos decís, esto tenía un discurso súper nazi, súper facho, recontra discriminatorio, pero te cagabas de risa de lo que hacían y notabas que los tipos se esforzaron en el material, decís bueno, okey. Pero en la mayoría ni siquiera se ve el esfuerzo”.

Aunque uno puede leer claramente su espíritu progresista que rechaza los prejuicios racistas, sexistas u homofóbicos, Aquino también sabe que el humor es un tema complejo:

Si te ponés a desmenuzar el humor o cualquier pedacito de comedia con los parámetros de hoy, no terminas nunca. Es una paradoja sobre otra paradoja. Pensás: el consumo irónico está tapando o facilitando que un problema social persista, pero a la vez lo está exhibiendo y denunciando, pero también lo está normalizando…”.

Y suspira con la frustración de alguien que tampoco quiere doblegarse a la dictadura de la corrección política.

“Si antes nos burlábamos de una mina y de un puto y nos reíamos con chistes de un culo, ahora el facho es el nuevo target. De vuelta se está convirtiendo en un facilismo. Para mí el humor se define en el esfuerzo que le ponés. Y lo que juega es el corazón y cómo lo sentís. El humor es popular, físico y no es intelectual. Te deja sintiendo algo y no se puede explicar porqué. Es un misterio”.

Medios, influencers e independencia

El humor post-moderno es por naturaleza auto-reflexivo. Los humoristas satirizan los formatos de los medios de comunicación porque son elementos claves del status quo. Y a menudo sus malas prácticas promueven la desinformación y la ignorancia.

En Palermo News, Aquino utiliza (inverosímiles) notas reales de medios locales para mostrarnos la lógica podrida de una cultura editorial que convierte a las noticias falsas o deformadas en la norma profesional.

Y en la era de Internet, no deja de cuestionar su propia plataforma y la cultura digital. En Meme Nacional, por ejemplo, apunta contra aquellos que creen que hacer un meme político es la forma más elevada de participación cívica.

Y en Los Influencers desnuda el cinismo de una generación definida por sus identidades de redes sociales.

“Debe ser como un medio de defensa”, dice. “Es una crítica a lo que hacemos nosotros. El Sketch mismo se pone al centro. Quizá también somos parte del problema. Es como un disclaimer: nuestra manera de decir que nosotros no hacemos humor para anestesiar. Porque la revancha no está acá; está en otro lado”.

Y ese otro lugar—el mundo real—es un mercado difícil.

“Este año empecé a monetizar en YouTube y es poca plata”, dice Aquino. “Lo puedo sustentar porque vendo el producto a la tele. Igualmente, eso se queda atrás. También tengo una obra de teatro y la gente viene a ver el show. Yo gano más plata con el teatro que haciendo los videos”.

Esta escasez de recursos es una decisión personal y una declaración de principios. “Yo no tengo marcas detrás [que me auspicien]. Y de hecho tengo muy pocas ofertas. Quizá por nuestro tipo de humor. Veo otros en Internet que su contenido es 90% publicidad. No entiendo cómo eso puede tener éxito”.

Pero Aquino sabe que ese éxito es relativo. Mientras terminamos la última cerveza, reflexiona: “Yo podría hacer los videos y ganar más plata.  Podría vender los videos en otros lugares. Pero para mí es clave que cuanta más plata te dan para hacerlo, más te rompen las bolas y más incidencia van a tener en el contenido”.

Y finalmente, como en los inicios del rock argentino, todo se trata de la independencia creativa. “¿Querés libertad?”, dice. “Hacelo gratis”. Y pagamos la cuenta a medias, sin imaginar que algunos meses después estaríamos en otro mundo y Guille tendría que hacer videos como este:

 

 

Paul Alonso

Periodista, escritor y profesor universitario. Es autor del libro “Satiric TV in the Americas: Critical Metatainment as Negotiated Dissent” (Oxford University Press, 2018). Ha publicado en prestigiosas revistas académicas y medios internacionales, pero también ha sido el conductor de GCU, un programa satírico en Utero.pe. Todavía le quedan algunos amigos.